diciembre 26, 2024

¿SABEMOS HACERNOS LAS PREGUNTAS CORRECTAS?

Autor: Edgardo Hidalgo

Hace algunos años atrás, conversando con una astrónoma chilena de fama mundial y Premio Nacional de Ciencias Exactas (además de otros reconocimientos internacionales), le preguntaba qué era lo más difícil que había encontrado en su mirada del infinito universo, y me contestó: “Lo más difícil ha sido aprender a hacer las preguntas adecuadas, si no preguntamos lo correcto, no podemos encontrar las respuestas que queremos”

 Esa conversación me quedó grabada porque era de una gran profundidad, no solo en la astronomía, sino también en el libro de nuestras vidas. Buscamos respuestas a nuestros problemas y vagamos por la vida sin encontrar la solución. ¿Habremos hecho la pregunta correcta? ¿O estamos esperando respuesta a una pregunta que ni siquiera la hemos planteado? Nuestro camino por la vida tiene vaivenes que debemos ir sorteando para lograr nuestras metas, pero todo eso comienza con una pregunta. ¿Cuál es esa pregunta?  ¿Busco el éxito económico? ¿Busco perfeccionarme profesionalmente, para ganar el prestigio que aspiro? ¿Busco formar una familia y tener estabilidad en ella? Podríamos hacernos muchas preguntas más, pero en el fondo de estas dudas ¿lo que estamos haciendo para responderlas son verdaderamente las adecuadas? Hagamos primero bien la pregunta y después organizamos nuestra vida y las actividades para poder contestarla: nunca al revés.

No podemos estar toda la noche mirando por el telescopio la inmensidad del universo, sin habernos hecho primero la pregunta adecuada. ¿Qué estoy buscando? Que trascendente es saber que el universo y nuestras vidas se rigen por la misma lógica.

Al ser humano se le ha dado en la evolución de las especies la capacidad de razonar y sin duda es el principio para saber buscar los caminos y finalmente encontrar el éxito. Las preguntas podríamos plantearlas como metas, objetivos por lograr. Todos tienen la capacidad de hacerlo, sólo es cuestión de ordenar nuestros pensamientos, razonar evaluando nuestras capacidades, valorar las experiencias del pasado, dimensionar nuestros sentimientos y las tendencias afectivas, con todo ello estamos en disposición de proyectarnos al futuro y preguntarnos hacia donde vamos, hasta donde queremos llegar; luego vendrás las actividades que nos conducirán a esos propósitos.

Pareciera que esta posición en la vida se opone a la idea de vivir solo el presente; muchos dicen “en el hoy está la felicidad”. No hay tal oposición, porque el camino al logro de las metas propuestas está hecho de muchos presentes y cada uno de ellos nos puede proporcionar felicidad, si los vivimos intensamente. El sendero no debe estar sembrado de dolores, penas y angustias, porque son propias del desconcierto, la inseguridad y falta de propósitos. Si ya he formulado la pregunta de lo que busco en la vida no puedo tener angustia, ni inseguridad; por el contrario, tendré fe, paz interior y claridad en mi mente, elementos importantes para sentir felicidad.

Vivamos el hoy, con la seguridad de un logro futuro.

El pasado no es desechable, es la base sólida que nos da haberla vivido, con logros y errores, que nos delimitaran los caminos posibles, los senderos más seguros de recorrer. Quien no valora su pasado, vuelve a cometer los mismos errores: “tropieza con la misma piedra”. El pasado es experiencia, si se pondera y valora, extrayendo las enseñanzas que nos permitirán caminar más seguros. Por tanto, también es importante para poder hacernos las preguntas correctas. Nos despejan y delimitan el camino, para dar los pasos firmes y no errar de nuevo.

 Así, pasado, presente y futuro, son 3 instancias temporales de la vida profundamente entrelazadas y que -con una adecuada racionalidad- son fundamentales para hacernos las preguntas adecuadas y con ellas respondidas, escribir “la novela” de cómo construimos el camino a la felicidad.

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