Por Paola Rojas Anríquez
Al salir del colegio, Antonio Rojas Gómez se dedicó al periodismo, oficio que aprendió más de sus mentores del diario La Última Hora que de su casa de estudios universitarios. El maestro al que más ha hecho alusión, a lo largo de su vida, es el tocayo de José Ortega, Pepe Gómez. José Gómez López, por cierto, protagonizó un hecho real en una investigación a la cual se hace referencia en la novela Crimen de Semana Santa: caminó todo el trayecto desde la casa de la víctima hasta la de los acusados en este caso policial, para saber si se podía probar su coartada. Lo que descubrió Pepe Gómez está relatado a través del personaje de Pepe Ortega. Para saber qué descubrió tendrán que leer el libro.
Su labor de reportero, especialmente de crónica roja, junto con su sensibilidad de narrador, lo llevó a interesarse profundamente por la naturaleza del ser humano, lo que trasunta toda su narrativa.
“Matar al presidente” es la tercera novela de una saga compuesta por “Río arriba” y “Crimen de Semana Santa” cuyos protagonistas son el comisario Mauricio Mandiola, jefe de la Brigada de Homicidios de la PDI y el periodista Pepe Ortega. El libro tiene un título atrevido, que seguro evoca imágenes diferentes en cada uno, pero siempre potentes. Algunos se imaginarán a un presidente específico, otros a un nebuloso concepto de líder nacional. Verán a un dictador o a un mártir. Un acto deplorable o heroico. Anárquico o patriótico. Algunos, quizás, lo tomarán como una broma, otros como una amenaza…
Lo cierto es que esta historia se nutre de las dicotomías que genera en el lector. Si no se pudiese decir nada más sobre ella, es eso. Y aunque la democracia, y por tanto las oposiciones políticas, tienen más de dos mil años de antigüedad, este es un libro actual, que trata sobre el mundo como era al momento en que se escribió. Un mundo en que Chile estaba en un periodo extraño, arrasado, como el resto del mundo, por la pandemia de Covid, pero, además, pasando por un momento político histórico, en un estallido social, en que todos teníamos algo que decir, algo que aportar, sobre la situación en nuestro país. Chile estaba en la mira mundial como una nación en revolución. Entonces el autor, a través de uno de sus personajes, recuerda otra revolución más antigua, y se plantea la pregunta que da génesis a la acción: ¿Qué pasaría si Chile volviera a elegir un gobierno similar al de la Unidad Popular? Entra Mr. Samuels, un oscuro sujeto norteamericano, posiblemente un agente de la CIA, que viene a evitar que eso suceda, reclutando a jóvenes de derecha para arengar a las masas e inclinar a los votantes hacia el candidato más favorable para sus intereses económicos, o en su defecto, derrocar al gobierno de izquierda, incluso por las armas.
Pero Mr. Samuels solo viene a instigar a nuestros personajes, no a actuar por sí mismo, por lo que les deja la batuta a los conocidos protagonistas que, quienes hayan leído Río Arriba y Crimen de Semana Santa ya conocen: el comisario Mauricio Mandiola y el periodista Pepe Ortega. Pepe se recupera del Covid, que lo tuvo a las puertas de la muerte, y que lo ha hecho reflexionar sobre su vida, sintiéndose… miserable. Es en este estado, sumido en la depresión, que es testigo de un posible crimen. Surge Mandiola quien, con el objetivo de insuflar en su amigo las antiguas ganas de vivir y la curiosidad investigativa que siempre lo ha caracterizado, le encarga la tarea de observar la noche, con miras a descubrir al presunto asesino. Es entonces cuando comienza a presentarse en el texto una discrepancia tonal, que será vivida por cada lector de manera diferente, depende de cuál sea su posición política.
A partir de ahora los hechos son narrados desde un punto de vista un poco más lejano, ajeno, para permitir al lector adentrarse por sí mismo en los recovecos morales que nos son presentados como un regalo, de forma transparente y aparentemente ingenua, dejándonos creer que la actitud de los personajes hacia los hechos es la única que se puede tomar, mientras que en nuestro interior se despierta un conflicto moral que como dije antes, cada uno vivirá de forma diferente, por lo que ciertamente evocará sentimientos dispares y dicotómicos hacia el relato, hacia los personajes y hacia la resolución del conflicto.
Ciertamente este es un libro para leer en solitario y luego comentar en grupo.